A media cuadra

miércoles, 27 de diciembre de 2023

Nuestro Encuentro Regional para la Soberanía alimentaria

 


Por Edgar Suárez

Al profe Mauricio Betancourt Garcia

Hay un grupo de madres, padres y docentes que reconocen la urgencia del hambre en centenares de estudiantes que no tienen comida caliente en una larga jornada, hay familias campesinas que han transitado hacia la agroecología y buscan escenarios y oportunidades para sus proyectos productivos y educativos, hay líderes sociales y comunales que duranta años han realizado mercados campesinos y populares en la ciudad y en sus cercanías, hay mensajeros del alimento tejiendo lo urbano y lo rural, hay estudiantes de universidades públicas y privadas conectados con movimientos sociales que reconocen que las universidades requieren de una política alimentaria para su comunidad, hay un centro agrocultural de investigación y educación popular que tiene muchos centros, hay una minga que ronda las montañas aledañas a Bogotá y que activa y articula procesos colectivos en torno al consumo consciente y la biodiversidad, hay organizaciones de mujeres que durante décadas han gestado ejercicios de educación y asociatividad en sus barrios, hay organizaciones comunales y organizaciones locales de jóvenes, veedurías ciudadanas, hay pueblos indígenas, una comunidad muisca cultora permanente de la soberanía alimentaria, hay huerteras y huerteros que advierten que hay que pasar de un enfoque de agricultura urbana a otro agroecológico que logre una mayor integralidad con el territorio, hay campesinas y campesinos que desde hace años llegaron a Bogotá pero permanecen en las rutas y sentidos del alimento, hay medios de comunicación popular que han puesto para los hilos de este tejido, y la lista podría seguir.


Todas estas organizaciones y personas han transitado un largo camino y un largo tiempo, meses, años, lustros o toda la vida en sus exploraciones, reflexiones y propuestas, por ello algunas se reconocen entre ellas, ya se han visto en otras esquinas de la vida, en otros escenarios han mezclado sus relatos. Han llegado de Sibaté, Soacha, Usme, Ciudad Bolívar, Tunjuelito, Bosa, el centro de Bogotá, Techotiva, Choachí, de algunos otros municipios de Cundinamarca y el Meta y otros territorios de la ciudad y el país. Es el Encuentro para la Soberanía alimentaria / Bogotá y cercanías que se realiza en el Inem de kennedy, Encuentro que se realiza con apoyo y participación de la Gerencia Hambre Cero y de la Consejería de regiones de la Presidencia de la República, el SENA, Dirección Local de Educación de Kennedy y la Alcaldía local.

 




Hace algunos meses, empezamos una búsqueda entre nuestros diálogos y experiencias para tener una ruta que pudiera, por una parte, reactivar lazos a nivel territorial para establecer acuerdos y acciones para transitar hacia la soberanía alimentaria y, por otra, activar un ejercicio de exigibilidad y movilización para hacer efectivo el programa de gobierno, hoy Plan Nacional de Desarrollo, sobre todo en lo que tiene que ver con la superación del hambre y el fortalecimiento de la agricultura familiar y la economía popular. Con este mandato además se pretende proyectar un marco de diálogo con los gobiernos locales y las comunidades para la gobernanza territorial. Ahora, en el Encuentro, hay una docena de fogones prendidos surcando esa posibilidad, cada fogón tiene su historia y su memoria pero se juntan en reafirmar un mandato común que estuvieron nutriendo con su palabra y su receta. No es comer lo que nos toca o lo que nos den, es comer lo que queremos, dice la voz al micrófono de un líder social de un barrio aledaño. Por ello hay diversidad en el Menú, Sancocho tradicional, ajiaco, mute boyacense, bandeja paisa, arroz atollado y un banquete de la agrodiversidad con frutos andinos, alimentos germinados y frijol, servido en hojas de bijao. Y lo mejor hay para toda la gente. Cada cocina tiene un cartel que indica el plato y comité popular correspondiente.




El alimento debe estar en el centro del evento, así como la cocina es vital en nuestras vidas, dijo alguien en una de las reuniones preparatorias al Encuentro. Antes de este gran convite, se habían hecho ollas comunitarias en diversos territorios en los que el hambre es un problema latente, como una manera de ir calentando y mezclando las razones que nos convocaban y tener voces y aportes desde los diferentes contextos para el mandato y la ruta. También en algunos de estos lugares se fueron generando comités para solucionar problemáticas comunitarias o desarrollar propuestas alrededor de la alimentación y la soberanía, en el marco de hacer la gobernanza con las manos, así como se hace el pan o el almuerzo.



Encuentro preparatorio Soacha

Encuentro preparatorio INEM

Muchas de las razones y consensos van ajustando su sincronía en el Encuentro. Un punto de partida para echarlo a andar fue que las organizaciones sociales guardan una idea de soberanía en sus horizontes y diálogos, en los que hay amplios consensos, gran diversidad y unas pocas diferencias que se suavizan si se trata de movilizarse para materializar un cambio desde la mirada y el esfuerzo propios, desde la memoria de la lucha social por el alimento y el consumo consciente. Por ello regocija que las caras conocidas y por conocer hayan asistido a este banquete y que de a pocos hayan confluido los intereses en el objetivo principal: Andar en junta, como dicen en la vereda. 

El Paro nacional, mal llamado estallido, nos recordó que aprendemos y nos congraciamos en la acción, en el hacer, más acá de las sectorizaciones y narrativas en las que nos ha encasillado la política pública, “por eso nos representamos desde el mismo tejido, aunque ese tejido no sea muy estable” dice uno de las asistentes al evento en la fila para el almuerzo. El reiterado llamado que se hace desde el gobierno a la sociedad para organizarse requiere una reflexión y diálogo urgente sobre las formas de participación ciudadana y popular y su incidencia en los territorios y en las realidades de las comunidades. De ello también se trata este Encuentro, de ajustar las agendas y los motivos.

Las puertas están abiertas, la convocatoria también se hizo en el barrio, de boca en boca, con periódicos, a través de las redes virtuales y reales. Han llegado por ello vendedores ambulantes, recicladores, vecinas y vecinos a cuadrar lo del almuerzo también habitantes de calle y, por supuesto, curiosas y curiosos. Les reciben jóvenes estudiantes que les inscriben y entregan material sobre el proceso y el evento, afiches que exigen la libertad para Palestina, infografías y fanzines para hablar de la gobernanza y la participación.  Les entregan una ficha para el almuerzo.




En las carpas dispuestas hay mercado campesino, degustación de orellanas, artesanías, cacao, hortalizas, bebidas tradicionales, encuentros literarios, trueque. Al fondo niñas y niños juegan entre las tradicionales atracciones que llevaron las comunidades indígenas al lugar. En el fondo, en la carpa principal, lideres y lideresas dan avisos, cuentan su camino, recuerdan el objetivo del Encuentro. A cada lado están las cocinas y en cada cocina una intención, las cocinas son coordinadas por líderes del territorio, mayoras y mayores que han hecho parte de una infinidad de procesos sociales en estas calles y montes.



La lluvia que ha amenazado desde el cielo durante todo el día al fin se desata con fuerza, por suerte los fogones ya han cumplido su misión y quienes asistieron se han alimentado con creces. Artistas populares hacen la música. Las voces se congregan ante la lluvia para presentar el mandato. Se aclara que es un mandato abierto en permanente construcción, pero que hay que dejar algo en limpio mientras andamos. Es nuestra voz y nuestra capacidad de hacerla posible. De este encuentro nos queda el reconocimiento, el camino para la gobernanza, el reto que sigue intacto y los afectos recargados, porque de comida, como en las buenas fiestas, no quedó ni un grano de arroz.








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