A media cuadra
Dice la Constitución Nacional en su primer aparte que Colombia es una República democrática y participativa, de ahí en adelante en el mismo documento se llama a la participación decenas de veces en distintos ámbitos y con diversos propósitos. La participación puede ser tomar parte de algo como un igual o también puede ser obtener una parte del botín. El modelo colombiano se acerca a la segunda acepción que es la de como cómo voy yo ahí, con su variante en plural, cómo es que vamos.
Si entendemos la participación como las acciones conscientes que emprenden los colectivos para transformar su realidad y su contexto, y observamos a través de ese lente la capacidad de los habitantes de esta ciudad e incluso de este territorio que llamamos Colombia para incidir en sus contextos respectivos, encontramos un panorama, aunque recursivo y potente, significativamente devastado.
La pretensión constitucional de conformar un Estado basado en la participación ha dado ya tantas vueltas que ha concluido en una especie de instrumentalización del ciudadano, el cual es organizado, incluso bajo formas de segregación, en una urdimbre corporativa y fría de procesos y recursos que lo conducen, en el mejor de los casos, al agotamiento, y en el peor, a su articulación con lo público bajo formas clientelares. Si hubo algo que estalló en el Paro Nacional fue, justamente, este modelo de interlocución forzada e inútil.
Todo ejercicio de participación que se salga del solemne marco de lo que se entiende como participación ciudadana es estigmatizado, criminalizado o enviado al purgatorio de la informalidad. Los ciudadanos no pueden tomar nada en sus manos, ni su propia calle, ni las transformaciones de su propia casa, ni diseñar la educación de sus hijos, mucho menos definir su propio rumbo sin caminar en el filo de la ilegalidad. Para cada cosa hay un órgano competente en el que las decisiones se toman con el filtro, presuntamente inocuo, de una mohosa tecnocracia.
La propuesta del Plan Nacional de Desarrollo de activar y promover la participación y movilización social en términos políticos y económicos es urgente, sobre todo si es a través de ella que se busca consolidar los procesos de paz en curso, pero el cambio implica, justamente, ser creativos para activar ese poder colectivo, esos horizontes comunes que permiten la movilización hacia una transformación cultural y permanente de nuestro vivir en sociedad. Parece que ni el gobierno ni las organizaciones participantes, con su oenegés respectivas, quieren salir del caldo de la participadera vacía y convencional, al contrario, parece que quieren sumergirse en él.
La participación y movilización social que precisa el cambio no son las marchas para respaldar el ímpetu reformista del gobierno, ni llenar polideportivos para que la nueva dirigencia tenga escenarios para echar discursos y rendir cuentas cuando todavía no hay cuentas que rendir, mucho menos transportar contingentes de adherentes para la foto de twitter o instragram, tampoco inventarse nuevas instancias y llenarlas de representaciones formales que no representan al país ni a sus clases populares. Eso es lo que ya hay, es lo que ya hemos tenido.
¿Por qué negarse de entrada, a nombre del pragmatismo, a sacar la movilización del molde, a enfocarla en solucionar los problemas latentes de los territorios, ampliando la voz y las herramientas de la población para hacerlo, escalando así el diálogo, la acción social y la producción de lo común?. Es lo que dice el plan, tal vez solo haya que seguirlo.
Porqué hacer esto cuándo durante años se ha pedido que los medios alternativos cuestionen frontalmente al partido verde y la alcaldesa Claudia López? Porqué primero se cuestiona el cambio que escribir y denunciar lo que hace localmente con la participación en presupuestos la corrupta alcaldía del partido verde?
ResponderEliminarDebe ser que se cuestiona porque es el cambio, lo de López es más de lo mismo, instrumentalización, criminalización de lo popular, destrucción de nuestros barrios y ecosistemas, corrupción por doquier. A propósito, el partido verde está cogobernando a nivel nacional con las mismas prácticas que en el Distrito, ¿No se había dado cuenta?
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