Una vez comprendí que mi voz no era mía,
que era toda del mundo, del mar y los días
y la llevé en mi viaje entre amores y horror
y canté noche a noche aunque nadie me vio
Silvio rodríguez
Edgar Suárez - A media cuadra - edición 50
1. Nadar a contracorriente
La concentración de la propiedad de los medios de comunicación del país es escandalosa, son muy pocos quienes han acaparado, mediante arreglos con el Estado colombiano, los canales de comunicación que consumen las mayorías, ellos tienen el poder de la emisión masiva y de acceso a la publicidad, sin responder por consideraciones éticas, sin garantizar el derecho que tiene la población a estar informada y a tener una posibilidad de fomentar y promover sus culturas o sus economías.
La articulación de los medios de comunicación con corporaciones financieras y grupos económicos ha aumentado la instrumentalización y manipulación de la información para generar narrativas que favorecen intereses particulares y minoritarios; y que, a la vez, excluyen, criminalizan y perfilan a las clases populares, minimizando, y a veces caricaturizando, los problemas y expresiones de la población. Para lograr su cometido no hay escrúpulos ni contemplaciones, acuden a la difamación y a la falsificación y manipulación de la información de manera permanente.
Es cierto que la gente con su necesidad y recursividad ha logrado sortear en cierta medida este cerco a través de sus medios y redes sociales, entendidas éstas como las redes virtuales y las redes que se establecen a nivel comunitario y social. A pesar de ello, los medios masivos tradicionales siguen estableciendo las tendencias de la opinión y las agendas informativas, usando las mismas redes referenciadas para escalar su presencia. Nos debatimos infranqueables en las redes virtuales, con nuestro escaso tiempo, desmintiendo o aclarando, sin embargo, todo parece vano entre el océano de tendencias, likes y señalamientos.
En el terreno de esta comunicación persuasiva que como efecto busca desplegar una información en un grupo de receptores sin que ésta pase por el diálogo ni por la toma de consciencia colectiva (Kaplún, 1985), nos encontramos en una desventaja creciente, incluso si nuestra intención también pasa por la persuasión. Si bien las nuevas tecnologías se consolidan como herramientas fundamentales y casi inevitables para la interacción y comunicación humana y permiten escalar y diversificar nuestra capacidad de producción y de consumo de información, también son un terreno inestable en el que navegamos en una autopista de consumo buscando nuestras islas de complacencia. El lenguaje de las redes sociales nos obliga al reduccionismo y al sectarismo, así, nuestro terreno de acción, aunque es más amplio, se reduce ante la inmensidad y la inmediatez.
La comunicación alternativa nos permite pisar algunas piedras para pasar este río de desinformación busca disputar parte de esa verdad entre líneas, generando un contrapeso en la balanza, lo que es necesario y urgente, pero que, aunque a contracorriente, hace parte del mismo río.
2. Volver al cauce
Tal como lo plantea Saavedra (2021), nuestra voz es un bien común que ha sido expropiado al punto de que no solo se nos impide la transmisión de información sino que se nos niega y restringe nuestra participación social y política en lo que concebimos como democracia. El neoliberalismo ha sido efectivo en ello, no solo incrementó la privatización de bienes comunes como el agua, la tierra y el fuego, sino el bien común de nuestra capacidad de reconocernos como parte de una sociedad y de una economía. Justamente el mandato que tiene el gobierno elegido y el correspondiente Plan Nacional de Desarrollo pasan por dar cabida a esa voz, lo que implica a su vez ampliar las posibilidades de las comunidades en la superación de los problemas en su vida cotidiana. No es gratuito que los procesos de paz en curso, tengan dentro de sus prioridades la ampliación de la participación de las poblaciones en las decisiones y acciones que les conciernen.
En el campo y en la ciudad se despliegan medios y ejercicios comunitarios de comunicación de diversa índole que, desde formatos tradicionales y usando nuevas tecnologías, activan esa voz colectiva y permiten el autorreconocimiento cultural y social de territorios y comunidades. Son medios y ejercicios de comunicación que, no solo hacen contrapeso informativo y propaganda, sino que han ido consolidando esa voz propia, necesaria para que cualquier participación sea sostenible y efectiva. Lo hacen a través de la música, el periodismo, la denuncia, la acción colectiva, la promoción de lectura, la creación artística, la pedagogía etc.
En un país que se llenó de heridas que parecen insalvables, la recomposición de los tejidos sociales es prioridad y requisito pues han sido golpeados por la explotación y la guerra. Permitir y ampliar la fluidez y efectividad de los procesos de comunicación comunitaria, que involucran o no, la producción de medios de comunicación, es dar la posibilidad de que tengamos el ecosistema de interacciones que soporte una transformación social implicando nuestra voz, nuestra acción y nuestra consciencia.
Para Jesús Martín Barbero (2002) no es posible determinar el campo de los problemas de la comunicación desde la teoría, sino a partir de las mismas prácticas sociales y comunitarias las cuales se articulan a procesos culturales, políticos y sociales, por ello deben leerse desde las mediaciones presentes en los procesos en los cuales las clases populares interactúan. Es urgente que la política pública fortalezca este quehacer comunitario en sus escenarios y dinámicas.
3. Reconocer la fuerza
Hay ejercicios de comunicación popular que surgen dentro de procesos comunitarios y sociales, consolidados o en conformación y que mantienen un horizonte político más definido, una motivación explícita en la transformación social y defensa de sus comunidades y derechos. Estos procesos entienden la comunicación como una herramienta constitutiva de sus movimientos, esto les permite hacer periodismo independiente y alternativo, producir medios de comunicación en diversos formatos, arraigar procesos de memoria entre los pueblos y establecer relacionamientos estratégicos al interior y exterior de sus movimientos para ampliar su autonomía y potencia.
Estos ejercicios han consolidado escuelas hacia la generación de una comunicación popular que reactiva la voz propia hacia la participación y la movilización social implicando una toma de consciencia para esa voz en común. Es en la profundización de la toma de consciencia que puede concebirse la transformación social, pues es a través de ésta que las personas problematizan sus relaciones con el mundo y se concibe como parte de una totalidad, lo que le permite la acción sobre la realidad (Freire 1973, p. 36).
En los albores del internet lo hicieron los zapatistas en el sur de México o el Movimiento sin tierra en Brasil vinculando la comunicación como proceso de educación popular y a la vez, usando las nuevas tecnologías para ampliar su palabra y su horizonte. En este territorio tenemos memorias de procesos de comunicación que en lo urbano y lo rural han logrado tal efecto, como el tejido de comunicación indigena del Cauca, la agencia Techotiba, Ondas de Mortiñal, entre otros, que han logrado andar a partir de su necesidad.
4. Conclusión
Es necesario concretar el mandato de la participación de la población en un gobierno para la transformación. Para ello hay que generar una política de comunicación que afecte los tres niveles anteriormente presentados. Es necesario dar capacidad a la comunicación alternativa e independiente en la disputa por la información y el sentido. Lo cual implica la construcción de audiencias que hagan una lectura crítica en el océano de la información.
Fortalecer la comunicación comunitaria para favorecer los escenarios en los que se produce lo común y se reconocen y auto reconocen los actores sociales a nivel territorial y popular. Por último, cuidar y aprender de los tejidos que han fortalecido la lucha por ampliar la voz de las clases populares y campesinas, lucha que ha consolidado un saber y una potencia para dinamizar procesos de transformación según el ritmo y afán de las comunidades.
Barbero, Martín Jesús (2002) Oficio de cartógrafo. Travesías latinoamericanas de la comunicación en la cultura. Fondo de Cultura Económica. México D.F.
Freire, Paulo (1973) Extensión o comunicación. La concientización en el medio rural. Siglo XXI editores. México.
Kaplun, Mario (1985) Comunicación popular. Ediciones Ciespal. Quito, Ecuador.
Saavedra Utman, Jorge (2021). Comunicación comunes y movimientos sociales, Friedrich–Ebert–Stiftung FES (Fundación Friedrich Ebert), Bogotá.
La información hace parte de una secuencia impuestas de simbolos, por ello su terreno más fértil es una opinión; tal vez la comunicación popular debería desmarcarse del escenario que construyó la idea de información.
ResponderEliminarTal cual. La informaciôn es apenas ese río turbulento. Hay que ver más allá.
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