Por Laura María Rodríguez - periódico El Callejero
Hace unas semanas, Los Danieles entrevistaron a Fernando Millán, editor del periódico “Vida”, una apuesta informativa del gobierno que comenzó a circular en enero de este año. En la conversación, este periodista egresado de la Universidad Javeriana y con una extensa trayectoria de trabajo en medios oficiales como El Tiempo, a ratos, se vio acorralado, pero supo, más o menos, superar con éxito y sobre todo con calma las preguntas que le formularon durante la transmisión en vivo a través de YouTube. De la entrevista quisiera compartir la respuesta que dio, quizás sin que nadie le preguntara, sobre el por qué la prensa y por qué el periódico: “Yo en lo que he aprendido y en las posibilidades que he tenido de hablar con colegas de medios impresos, sé que todo el mundo siempre predijo la muerte de los periódicos hace 25 años, y es que los periódicos no se mueren, los periódicos se suicidan, me refiero a que los medios de comunicación han perdido de vista lo importante que es la audiencia y esa es la apuesta de “Vida” llegar a una audiencia. Pero, por qué un periódico y no internet, porque resulta que internet tiene un infinito número de información diaria, que difícilmente alguien puede acceder a todo. El periódico tiene la ventaja de que es una entrega directa, “Vida” se entrega a la mano, en las calles, en los puntos de mayor circulación, uno por uno; y el periódico tiene una vida finita, tiene un trasegar finito, tiene una primera página y tiene una última página y la gente va a leer lo que le interesa y lo que no le interesa no lo lee, pero le va a llegar la información y creemos que eso es importante”.
Y la cita no la referencio porque despeje dudas o plantee miradas innovadoras sobre el ejercicio de la prensa escrita, sino porque reitera, en la voz de un experto, como si estuviera haciendo uso de una falacia ad verecundiam, nuestra tesis reiterativa sobre la importancia de la prensa en medio del actual caos informativo. No solo un caos, sino un campo en disputa que pone en juego la ideología y la visión del mundo de una ciudadanía, que está alfabetizada y tiene relativamente la capacidad de lectura, pero que desconoce, en un enorme porcentaje, la necesidad de saber discernir entre la verdad y la mentira, y que no le impone un carácter de rigurosidad a las fuentes de información que examina. Por el contrario, poco a poco, el bombardeo de datos que llegan por las redes, por WhatsApp, por las notificaciones del celular, por el televisor, por correo y por los miles de spam de la web, van creando no solo una opinión, sino una visión del mundo y una creencia sobre lo que sucede a su alrededor.
Es cierto que, como medios de comunicación comunitarios, populares y alternativos, no tenemos esa capacidad de influencia, ahí le daríamos la razón a los múltiples organismos, incluso de este mismo gobierno, que durante extensas reuniones enfatizan en el mismo punto: la falta de impacto que tenemos, la incapacidad para llegar a millones de personas e incluso la incógnita sobre si existimos o no, o si es que sacamos uno o dos periódicos para regodearnos en las reuniones institucionales. Incluso, y saliéndonos un poco del tema, esa es una de las razones por las que probablemente la inversión que debió hacerse en los medios de comunicación comunitarios y alternativos populares terminó en un periódico gubernamental. Pero, en nuestro ejercicio comunicativo igual consideramos que es válido, porque propendemos por la necesidad de múltiples voces y porque, volviendo al punto inicial, no podemos crear adeptos, verdades absolutas o difundir ideologías, pero sí tenemos la capacidad de implantar dudas, y tenemos la seguridad de que la prensa alternativa, comunitaria y popular, es una semilla que se queda ahí y que va brotando e inspirando en esos lectores y lectoras la necesidad de verificar nuevas fuentes y genera una ruptura con esa absurda agenda informativa que no cuenta nada sobre su realidad más cercana, lo que plantea preguntas acerca de lo que se cuenta, cómo se cuenta y más importante aún, quién lo cuenta y por qué.
La audiencia
Durante la misma entrevista, Fernando Millán enfatizaba en la importancia de las audiencias y de crear contenidos que respondan a sus necesidades o preguntas, decía por ejemplo y parafraseo en este punto, que la gente quería conocer sobre dietas o tener información sobre cómo pagar sus multas o resolver las tareas de sus hijos. Y, ciertamente, de esa información o más bien, de esos enlaces que no llevan a ninguna información se han llenado los portales de noticias web, que no los ponen en su visualización principal pero que llevan a los lectores a ellas. Nosotros como medios de comunicación comunitarios, alternativos y populares no solo respetamos a las audiencias y a los públicos a los que llegamos, sino que también estamos comprometidos con una labor pedagógica y didáctica de llevar contenidos de calidad que desglosen argumentativamente la información.
Es decir, que no infantilizamos las audiencias, reconocemos su capacidad crítica y resaltamos aún más nuestro compromiso de crear públicos críticos frente a la información que generamos. Como lo afirma Martín Caparros: “Por eso parece claro que habría que hacer periodismo contra la demanda más primaria del público: contra el público. Que periodismo no solo es contar las cosas que algunos no quieren que se sepan. Que periodismo es, cada vez más, contar las cosas que muchos no quieren saber. Porque creen que no les interesa. Porque no se pusieron a pensar en ellas. Porque nadie se las contó bien”.
La mirada de lo cotidiano y la importancia de la subjetividad
La desbordada cantidad de información que llega a través de lo digital genera dos grandes mentiras, la primera, la sensación de que todos estamos de acuerdo y que hay una gran tendencia o golpe de opinión; y la segunda, que todos estamos hablando sobre lo mismo, tan solo porque el algoritmo reconoce un tópico o un tema de interés que nos inunda durante un largo tiempo con los mismos datos.
La prensa comunitaria, alternativa y popular tiene la capacidad de darle la espalda al artilugio de la tendencia y tiene la capacidad de poner la mirada atenta sobre lo cotidiano, sobre lo real, sobre el barrio y sus diferentes apuestas y expresiones de diversidad que pasan por la identidad, la cultura, el arte y el encuentro, alrededor de la música, del alimento, de la solidaridad y de las apuestas comunes que son inevitables en lo barrial y lo territorial. Es por eso que, probablemente este ejercicio de alternatividad no termina siendo útil para ninguno de los gobiernos, porque la mirada siempre se quiere centrar en la comunidad y en lo popular, como esos mismos adjetivos lo indican y porque la mirada siempre se centra subjetivamente a favor de la gente, por encima de quien ejerza el poder.
Una comunicación para la paz
Por último, desde mi ejercicio de enunciación que es el periódico El Callejero hemos reflexionado profundamente sobre la necesidad de una comunicación para la paz, que fue también el nombre del Encuentro de Comunicación que realizamos en el año 2023, y que nos dio un derrotero de recomendaciones para llegar a ese ejercicio, el cual fue creado gracias al aporte de más de treinta medios que participaron del Encuentro, en el que como recomendaciones se plantearon los siguientes puntos:
Leer, divulgar y acoger los contenidos y recomendaciones del informe final de la Comisión de la Verdad: Hay Futuro si Hay Verdad.
Reconocer que la comunicación comunitaria es pluriétnica, multicultural, que se construye con las mujeres, con las diversidades sexuales y de género.
Hacer una comunicación sensible que más allá de tomar partido por un proyecto ideológico, tome partido por las víctimas, por las comunidades, las clases populares y que haga una apuesta por la paz y la justicia social.
Comprender que la comunicación comunitaria no genera contenidos imparciales, sino que tiene un compromiso de clase con las luchas territoriales, comunitarias y populares.
No utilizar ni instrumentalizar a las comunidades, entender que la comunicación comunitaria está anclada a un territorio y que no es un agente externo que simplemente llega a registrar. Por lo tanto, el medio debe ser el canal que permite que múltiples sectores sociales y poblaciones expresen sus realidades.
Promover como modelo la educación popular para implementar escuelas de formación en comunicación comunitaria en los barrios y en las diferentes regiones del país, de manera tal que se favorezca la creación de otras formas de contar y otras visiones de vida a las que históricamente han sido impuestas.
El objetivo inicial de este artículo era mucho más personal, era hablar sobre mi experiencia como mujer en los medios de comunicación comunitarios, alternativos y populares y creo que mi experiencia está atravesada por todas estas reflexiones y necesidades de hacer un medio de comunicación que reflexione y represente de maneras respetuosas y comprometidas a las comunidades, a las mujeres, a los sectores LGBTIQ+, a los y las jóvenes, a los sectores populares y a las iniciativas comunitarias y que informe con un enfoque pedagógico sobre las coyunturas distritales, nacionales e internacionales. En un panorama siempre adverso de prácticas patriarcales, donde se siguen generando relaciones de imposición y la dominación sobre el cómo se debe hacer y el quién tiene el conocimiento y la experticia para hacerlo. Sin embargo, creo que han sido varios años de más que simplemente hacer, reflexionar libremente sobre la comunicación como un concepto en constante cambio y transformación.
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